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domingo, 13 de noviembre de 2016

FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA






Nuestra adhesión al artículo de Ana Botín publicado en “El País” bajo el título de “Reinventar la Banca”, y que hemos expresado en nuestra anotación de ayer en este blog, merece recordar, respecto de ese propio título, lo que nosotros ya propusimos en fecha tan pionera como la del 14 de abril de 1988 (va a hacer, pues, la friolera de 30 años), tras nuestra asistencia a un acto del Club Siglo XXI. Propuesta que a continuación transcribimos y que ya reprodujimos en el nº 77-bis, páginas 168 a 170, de “Gaceta Fiscal” de mayo de 1990.

Al hacerlo, conservamos el texto original; pero introducimos hoy resaltes tipográficos para mayor amenidad.

Por otra parte, llamar la atención sobre nuestra coincidencia  --ya desde entonces--  con lo publicado por Ana Botín ahora, respecto de la exigencia inevitable de “transparencia” que deben exhibir las actividades bancarias.

Y, por el paso del tiempo, también cabe actualmente apuntar que una de las formas de contribuir a actividades PRODUCTIVAS es, sin duda, FACILITAR la COMERCIALIZACIÓN de bienes de consumo, cultura, turismo,… y un largo etcétera posible; y que ya la Banca está en ello…

Sin embargo, aún cabría practicar UNA INNOVACIÓN importante en cuanto al impulso de inversiones productivas: en vez de ‘préstamos’ basados en el mero juego de ‘intereses’ que pagar o cobrar, ¿por qué no tantear los CONTRATOS DE PARTICIPACIÓN EN BENEFICIOS  --como sustitutivo de esa ‘atrocidad’ especulativa de los ‘tipos de interés’--, respecto de las actividades productivas que la Banca financiase?

Se nos antoja que, con este novedoso pero ‘de Perogrullo’ sistema bancario de recuperar los préstamos, el prestatario sería el primer esforzado en ganar ‘lo más posible’, y el prestamista en seleccionar lo más ‘socialmente’ razonable y, por tanto, exitoso… Pero ¡dejando de lado; por favor! esa figura infernal de ‘usureros’ irredentos, y de repudiable ‘especulación’, que entraña lo de basar el negocio bancario en SÓLO cobrar ‘INTERESES’ por lo préstamos, y que dispara la ‘INFLACIÓN’…

Sobre esto, además, hay mucho que hablar otro día …

Pero bástele hoy lo que sigue:


  « Mario Conde, Presidente del Banesto, compareció en el Club Siglo XXI para dialogar con los muy numerosos comensales que asisti­mos. Se habló del tamaño de los Bancos, de las multinacionales bancarias, ...y de la función que hoy le cabe desempeñar a la Banca. Esta última cuestión quedó sobre la mesa sin suficiente aclaración, aunque planteada como interrogante por un asistente, y enunciada en síntesis por nosotros mismos del siguiente modo:


«la dinámica social lleva hacia una concentración de recursos monetarios en la Banca, lo cual implica en ésta la responsabilidad social de administrarlos bien».


¿Cómo? Este es el punto que pasamos a analizar.

El cometido de los Bancos era, en verdad, tradicionalmen­te el de la intermediación financiera: unos les aportaban sus ahorros,... para que otros les pudiesen pedir dinero prestado.

Pero ahora existen otras formas y vías de financiación, como son las ventas a plazos, los alquileres con opción final a compra (leasing), las entidades de seguros y fondos de previsión, las gestoras de ahorros (mediante operaciones en Bolsa, inmobiliarias, etc.),... e incluso las cooperativas y Cajas de Ahorro. De modo que la Banca ya no es necesaria estricta como intermediaria financiera. Y por eso un comensal preguntó: ¿qué le cabe ahora, pues, hacer a la Banca?

     Sin embargo la respuesta no es posible, a nuestro juicio, si se sigue pensando sólo en términos de rendimiento económico.

En efecto: en estos términos de mero rendimiento económi­co, se pueden conjugar muy pocas bazas: poco más que los tipos de interés que se pagan al impositor (el que deja su dinero depositado en los Bancos), y los que se cobran al prestatario (quien pide un crédito). De aquí que la Banca pretenda hoy ampliar sus actividades también a operaciones hipotecarias, de leasing, de Bolsa, de fondos de pensiones, y otras. Aunque todas éstas, desafortunadamente, en el mismo ámbito de inte­reses que se cobran o se pagan.

¿Por qué el adverbio "desafortunadamente"? Porque las operaciones basadas en el juego de intereses no son productivas y, por consiguiente, no contribuyen al florecimiento de riqueza y bienestar por sí mismas. Son simplemente especulativas (juegan con la riqueza y la pobreza de los ciudadanos) y, en cuanto tales, favorecen la inflación (ese logro de la economía, del que hemos hablado ya en otras ocasiones). Por eso nos parece que no es reco­mendable esta orientación exclusiva de la Banca.

     Por el contrario, la Banca asume hoy, de hecho, una amplia gama de gestiones en beneficio de los ciudadanos, entre las que no son baladíes el pago de facturas, impuestos y tasas, la información sobre estos extremos y la financiera en general, el dinero de plástico (uso de las tarjetas de crédito y otros documentos cambiarios), etc.

     Es precisamente esta centralización de gestiones ciudada­nas, y de fluidificación de las transacciones comerciales, lo que inevitablemente llevará a una concentración de recursos monetarios en la Banca incluso prescindiendo de rendimientos financieros --prescindiendo de qué intereses pagan o cobran--, porque los particulares preferirán crecientemente depositar su dinero en ella para que ésta "se encargue después de todo". Es la dinámica social espontánea a la que aludíamos.

Ahora bien: tal concentración de recursos monetarios entraña también una responsabilidad social que excede por completo del papel meramente empresarial. Y hay, además, que señalar que tal RESPONSABILIDAD NO es OPTATIVA --es decir, que pueda aceptarse o rechazarse a voluntad--, SINO que es INHERENTE a la causa misma que induce tal concentración: la de la centralización de gestiones y la agilización comercial. Sería un fraude o trampa social proponer el caramelo de los servicios sin continuarlos luego con el corolario inevitable de seguir gestionando bien los recursos así conseguidos.

     Insistimos: puesto que los recursos le llegan a la Banca porque se brinda a gestionar, y no por el libre juego de cobrar o pagar intereses, sería una felonía después desertar de esta misión gestionadora antes de llevarla a su término natural: la reactivación de la economía en general.

     Ésta será, pues, la función social de la Banca hoy: contribuir al florecimiento de riqueza y bienestar ciudadanos.

          ¿Cómo?

          Sólo hay un camino: PROMOVIENDO LAS ACTIVIDADES PRODUCTI­VAS en la sociedad, en vez de, o antes que, las especulativas.

          Por su parte, semejante promoción de la productividad es sólo posible en dos vertientes: mediante inversiones propias --participando la Banca en empresas industriales, de investigación y desarrollo tecnológico, y de servicios--, y favoreciendo las inver­siones ajenas --facilitando préstamos a bajo interés para la crea­ción y dotación instrumental de empresas privadas creativas--. Es, pues, de importancia capital para que la Banca cubra su función social que tenga libertad para fijar a la baja los intereses  de sus préstamos. Una baja de los tipos de interés que no le iba a representar descenso de ingresos, porque, al hacer más baratos los créditos, tendría más demanda de ellos, y recaudaría a la postre, a base de muchos pocos, más que con pocos muchos. Aunque --también es verdad-- quizá aumentase su riesgo.

     Justamente por este aumento de riesgo, el equilibrio en la fijación de los tipos de interés se lograría de tal modo que no por ellos se disparase una inflación a lomos del exceso de demanda de bienes y servicios proveniente de un exceso de dinero líquido obtenido mediante préstamos baratos. Y, en todo caso, al Estado le quedaría la opción de una política fiscal --de impuestos y desgravaciones-- que condujese la masa mone­taria y el consumo adecuadamente. Política fiscal --resalta­mos-- que está para eso; pero que no debe basarse, en nuestra opinión, en la fijación gubernamental de los tipos de interés.

Finalmente, habrá también que considerar algún mecanismo de vigilancia y control del cumplimiento que los Bancos hagan de su función social: ésta de promover la productividad y, con ella, el florecimiento de riqueza y bienestar. Tal mecanismo sólo puede y debe basarse en la transparencia de las actividades bancarias, que incluye el que los Bancos divulguen correctamente lo que están haciendo en beneficio de la productividad general. Enlazaríamos, por este cauce, con la importancia que tienen en la sociedad actual los gabinetes de prensa y demás entidades informativas --de las que habría que delimitar, a su vez, sus fundamentos, deontología y objetivos--, a través de las cuales poder hacer el seguimiento democrático de las responsabilidades de cada cual.

          ¿Y qué hacen hoy día los Bancos en este terreno?

     Mario Conde, por lo avanzado de la hora ya, no pudo ser muy explícito respecto a esto. »



Fernando Enebral Casares




 

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